Manifiesto por un Estado plurilingüe

El pasado jueves 25 de febrero se presentó en Madrid el ‘Manifiesto por el reconocimiento y el desarrollo de la pluralidad lingüística de España’, en cuyo proceso de elaboración he participado junto a otras muchas personas. Entre los firmantes  —en el momento de la presentación, aproximadamente 250 personas de la inmensa mayoría de las Comunidades del Estado— destacan literatos,  profesores de universidad, comunicadores, académicos, periodistas, filólogos, lingüistas, sociolingüistas y políticos. Se puede consultar al final de este texto la lista inicial completa de la treintena de personas firmantes de los territorios del euskera. Entre los firmantes de otras partes del Estado cabe mencionar, entre otros muchos, a Carme Riera, Manuel Rivas, Henrique Monteagudo, Xesús Alonso Montero, Fran Caamaño, Ramón Maiz, Joaquim Coll, Fernando Ramallo, Ángel López, María Luisa Calero, Josefa Dorta, Miguel Casas y Ricart Morant.

Este documento es el resultado del trabajo que un grupo amplio y diverso de personas hemos desarrollado durante las tres sesiones del ‘Seminario Interdisciplinar por el Plurilingüismo en España’, materializadas en Madrid (septiembre de 2014), Barcelona (abril de 2015) y Valencia (noviembre de 2015). He tenido la fortuna de participar en las sesiones y trabajos de dicho Seminario.

Pienso que en sí mismo es de gran importancia que este Manifiesto de 10 puntos a favor del desarrollo del plurilingüismo del Estado español haya surgido no desde una comunidad lingüística concreta en defensa de su lengua propia, sino desde el Estado con la participación de una pluralidad de personas de diferentes comunidades, bilingües y monolingües en lo que al reconocimiento legal de las lenguas se refiere. Ese hecho pone de manifiesto que la cuestión del plurilingüismo del Estado es una cuestión del conjunto del Estado, especialmente teniendo en cuenta que prácticamente la mitad de la ciudadanía del Estado español vive en comunidades con otra lengua además del castellano, tal y como indica ya de entrada el Manifiesto en cuestión.

La presentación de este importante documento tuvo lugar en la sede de la Asociación de Periodistas Europeos y corrió a cargo de Fernando R. Lafuente y Carles Martí Jufresa, co-directores del seminario mencionado. Carles Martí dijo que “en ningún lugar los límites administrativos coinciden con los territorios donde se habla una lengua concreta, y en este sentido España no es una excepción”. Fernando R. Lafuente, por su parte, citando a José Ortega y Gasset, afirmó que “cualquier verdad ignorada prepara su venganza”, en referencia a que se ha ignorado la riqueza cultural colectiva que “representan las distintas lenguas que se hablan en el territorio del Estado español”. Fernando R. Lafuente subrayó el valor cultural de las lenguas, y, en consecuencia, del plurilingüismo. Carles Martí apuntó la necesidad de que el Seminario desarrolle tareas de ‘lobby’ en la preservación y fomento del plurilingüismo.

Tras las intervenciones de Martí y R. Lafuente, se dio lectura al Manifiesto en las siete lenguas reconocidas legalmente en el Estado. En castellano lo hizo el andaluz Javier Aroca, licenciado en Derecho y Antropología; en catalán/valenciano, Verónica Cantó, Académica y secretaria de la Acadèmia Valenciana de la Llengua; en gallego, Marisol López, filóloga; en euskera, Juan Ignacio Pérez Iglesias, profesor y exrector de la UPV, y Felipe Juaristi, escritor; en asturiano/leonés, Xuan Bello, escritor y periodista; en aragonés, Francho Beltrán, escritor en lengua aragonesa y castellana; y en aranés/occitano, Paquita Sanvicén, filóloga. Además, desde Euskadi asistimos también Lorea Bilbao (Diputada de Euskera y Cultura de Bizkaia), Joseba Erkizia (Director general de HABE) y yo mismo, como miembro del Seminario.

La lectura del Manifiesto en las siete lenguas fue una manera de visibilizar la diversidad lingüística. Recuerdo que el pasado 3 de diciembre de 2015, en el acto institucional del Día Internacional del Euskera celebrado en el Centro Internacional de Cultura Contemporánea Tabakalera de San Sebastián, a convocatoria del lehendakari de Euskadi, los máximos responsables de la política lingüística de Aragón, Asturias, Cataluña, Galicia, Islas Baleares, y Navarra intervinieron en las lenguas propias de sus respectivas Comunidades, precisamente para hacer visible (audible) la diversidad lingüística del Estado.

Volviendo al acto de presentación del Manifiesto en Madrid, tras la lectura multilingüe del mismo, los periodistas tuvieron la oportunidad de preguntar y los participantes la de responder a sus preguntas, aportando de esa manera nuestros diferentes puntos de vista sobre la cuestión lingüística en el Estado y las diferentes  interpretaciones que efectuamos sobre el propio Manifiesto. Por mi parte, quise subrayar, más allá de la riqueza cultural  que supone el plurilingüismo, la dimensión estrictamente política de la cuestión lingüística en el Estado y la relación entre el estatus y usos del castellano con las ‘otras’ lenguas. Una clara dimensión política porque es una cuestión que afecta directamente a la convivencia y al respeto de la diferencia. Así, tuve ocasión de recordar que la Constitución de 1978 y los correspondientes Estatutos de Autonomía supusieron un antes y un después para las lenguas del Estado distintas del castellano, aunque “tras 37 años de recorrido constitucional, las instituciones ejecutivas, legislativas y judiciales del Estado no acaban de asumir como propio el plurilingüismo”. Por tanto, en mi opinión, sigue siendo una asignatura pendiente que el Estado asuma de forma efectiva su naturaleza plurilingüe y actúe en consecuencia. Quise recordar que “la revitalización de las otras lenguas se ha producido gracias al esfuerzo sostenido de los poderes públicos y los agentes sociales —y, por supuesto, de los hablantes— de las comunidades autónomas concernidas, sin la participación del Estado y, en ocasiones, a pesar de sus trabas”. Es como si la cuestión de las lenguas fuera sólo una cuestión autonómica, que no atañe al Estado, y, sin embargo, preservar el castellano ante posibles prácticas abusivas de las comunidades autónomas fuera una ‘cuestión de Estado’. Como ejemplo de las prácticas estatales cité la página web del Tribunal Constitucional, donde se puede encontrar una amplia documentación de interés en francés e inglés, desde noticias hasta una selección de resoluciones, pero nada en otras lenguas del Estado que no sean el castellano.

“El Estado dice reconocer el plurilingüismo en España, pero actúa como si fuera monolingüe”

Como allí dije, “el Estado dice reconocer el plurilingüismo en España, pero actúa como si el Estado fuera monolingüe”. Ante esta triste realidad, el Manifiesto pone en valor el plurilingüismo inherente al Estado español; reclama su asunción efectiva, más allá de la retórica; y aboga por la convivencia lingüística, no sólo la mera coexistencia, entre las diferentes lenguas del Estado. Pero para que haya convivencia es imprescindible reconocernos como somos. En mi opinión, la apuesta efectiva a favor de la convivencia lingüística es el cimiento fundamental del Manifiesto, lo cual me merece una valoración muy positiva. A mi juicio, “el reconocimiento efectivo de la mayoría de edad de las ‘otras lenguas’ distintas del castellano sería una contribución a la convivencia armoniosa de las diferentes lenguas en su condición de lenguas vivas de uso normalizado”, ya que “la convivencia exige reconocernos como somos, y conocer lo que somos”.

Lo he solido decir en otros foros y lo reiteré en el acto de presentación del Manifiesto,  que, en mi opinión, “la Constitución es bastante más favorable al plurilingüismo que la política lingüística que desarrollan las instituciones del Estado”. La Constitución vigente no es, en sí misma, un freno insuperable que impida a las instituciones del Estado ser practicantes del plurilingüismo. El artículo 3.3. sigue sin desarrollarse, después de 37 años de Constitución. El problema de fondo es que las citadas instituciones carecen, en la práctica, de una política eficaz dirigida al fomento y protección efectiva de las ‘otras lenguas’. Sirve el ejemplo de los medios de comunicación de titularidad estatal, que no tienen en cuenta en su programación el plurilingüismo no porque la Constitución se lo impida, sino porque incumplen flagrantemente la Carta Magna. Cabe recordar en este punto, que su artículo 20.3 determina la obligatoriedad atribuida a los medios de comunicación de titularidad estatal de ‘respetar el pluralismo de las lenguas de España’. Ese artículo es papel mojado en lo que a Euskadi, y no sólo a Euskadi, se refiere. El euskera es el gran ausente en RTVE.

La Carta Europea de las Lenguas Regionales o Minoritarias tiene un nivel de cumplimiento elevado en España, pero es así gracias a la actuación de los poderes autonómicos. Los sucesivos informes de evaluación del cumplimiento de la Carta acumulan numerosas críticas y sugerencias/propuestas de mejora dirigidas al Estado. El déficit es evidente. Pienso que la Carta Europea podría ser una buena base de referencia para las instituciones del Estado, pasando del incumplimiento al cumplimiento. Entiendo que es doble el cometido del Estado en esta cuestión, al menos visto desde Euskadi: por una parte, la administración periférica del Estado debe cumplir —es un imperativo constitucional que así lo haga— con el régimen de doble oficialidad y consiguiente igualdad de estatus legal de ambas lenguas oficiales en todos los servicios administrativos que tenga radicados en Euskadi. Y, por otra parte, sería necesario que las instituciones del Estado dejaran de actuar como si España fuera un estado monolingüe y pasaran a ser practicantes del plurilingüismo inherente al Estado.

Cuando se aborda el debate sobre cómo hacer que la asunción y defensa del plurilingüismo consustancial a España sea, no retórica, sino real y efectiva empezando por las propias instituciones del Estado, haciendo que sean practicantes del plurilingüismo, se plantean dos vías, algo que se hace también en el Manifiesto: una vía es la de la reforma de la Constitución para que allí donde hoy determina que es el castellano, y solo el castellano, la lengua oficial del Estado, establezca que son varias, además del castellano, las lenguas oficiales del Estado. La otra vía es la del desarrollo de las potencialidades de la propia Constitución. Son vías diferentes, pero no contradictorias o excluyentes. Es seguro que ambas vías tendrán que sortear muchas dificultades. Y para ambas serán necesarias grandes dosis de consenso.

El Manifiesto, en su punto 7, punto de contenido muy preciso y profundo, propone la elaboración de una Ley de Lenguas. Sería, sin duda, un paso muy importante y positivo. Supondría mirar con actitud pluralista —es decir, no homogeneizadora ni jerarquizadora— al plurilingüismo. A mi juicio, no tiene pase que la práctica de las instituciones centrales sea propia de un país monolingüe. Lo único aceptable que cabe esperar de los poderes públicos centrales del Estado es que hagan suya la pluralidad lingüística de España y que asuman como tarea propia su promoción. Sería deseable y necesario que, cumpliendo precisamente una de las recomendaciones que el Comité de Ministros del Consejo de Europa ha dirigido al Gobierno de España en el cuarto informe de evaluación de la Carta Europea de Lenguas Regionales o Minoritarias en España, los sistemas educativos y los medios de comunicación del Estado visibilizaran el plurilingüismo del Estado y acercaran las diferentes lenguas y su patrimonio cultural al conjunto de los ciudadanos del Estado.

Documentos relacionados:

Manifiesto por el reconocimiento y el desarrollo de la pluralidad lingüística de España

Lista inicial de las personas firmantes de los territorios del euskera

Asistentes a la presentación del Manifiesto llegados desde Euskadi. De izquierda a derecha: Joseba Erkizia (Director general de HABE), Felipe Juaristi (Escritor), Lorea Bilbao (Diputada de Cultura y Euskera de la Diputación Foral de Bizkaia), Patxi Baztarrika (Viceconsejero de Política Lingüística del Gobierno Vasco) y Juan Ignacio Pérez Iglesias (Profesor y exrector de la UPV).

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Imagen del acto de presentación del Manifiesto, el pasado 25 de febrero en Madrid.

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Acerca de Patxi Baztarrika

Patxi Baztarrika Galparsoro (Ataun, 1958). Filosofia eta Hezkuntza Zientzietan lizentziatua UPV-Euskal Herriko Unibertsitatean. 2005etik 2009ra eta 2012tik 2016ra, Eusko Jaurlaritzako Hizkuntza Politikarako sailburuordea. NPLDko presidentea 2015-2017ko tartean. Lehenago, eta gaur egun, Andoaingo Udaleko Euskara Zerbitzuaren arduraduna teknikari lanetan. Besteak beste, 'Babeli gorazarre' liburuaren egilea (2010).
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